Morirse debía ser cosa de animales
Un anciano entreabre las persianas para observar lascivamente cómo las mellizas atraviesan la cañada, un marido intenta recuperar a su esposa, que ha escapado por quinta vez con su amante, una madre abandona a su hijo en busca de sueños… conductas que reescriben los paradigmas de la ética y arrastran a estos seres por caminos inextricables. Un signo fatídico marca el destino de estos múltiples personajes que esfuman su individualidad y se convierten en un mosaico humano que sucumbe ante la muerte, la traición, la guerra…
Morirse debía ser cosa de animales integra resortes diversos que mantendrán la atención de los lectores hasta su línea final. El juego con los límites y contrastes, las emociones llevadas al fondo y hasta una dosis de opresión hacen de este texto una lectura inusual.