El país de la última tarde
Los poemas de El país de la última tarde traslucen huellas de aceptación y de melancolía. Se trata de una poesía que, apuesta por la reflexión, por la hondura de las interrogaciones humanas y la contemplación del misterio de la existencia. Forma parte de esa tradición de la poesía que dialoga con la penumbra del mundo. Se evoca en este libro un país vaporoso de vivencias sobre las que se convoca la necesidad de un sentido en la fugacidad. Los gozos celebrados son simples, como epitafios, y las heridas son comprendidas como realidades de las que ya no se puede huir. La última tarde es también el signo de un despertar íntimo, llega la noche y se tiene el legado de cierta conciencia. Quizás no es la llegada de la muerte con su ultimátum, sino la reivindicación de una experiencia en todos los ámbitos que se puede ser contemplada sin temor y con algún discreto agradecimiento.