La niebla del paraíso
En sus manos tiene el lector un libro de sensaciones. No físicas (o en parte sí). Sino de discursos en el límite del subconsciente y por eso la articulación de los significados suele ser difusa. Cada poema es un experimento con el lenguaje. Al pasar de las páginas, el libro se convierte en una crónica de viajes. No niega la belleza incluso de las contradicciones, aunque solo puede dar un testimonio de las apariencias. De modo que las imágenes, valores y pensamientos están velados por una niebla. Es el sino de Ícaro, tratando de alcanzar el sol de las palabras.