Sitios que no vuelven
El poeta es viajero, emigrante, trotamundos, ser para quien la patria, la isla, puede ser desde el pezón tibio de la madre hasta una gran ciudad, cuerpos que alguna vez se amaron o el hijo en el que cree reciclarse, clonar sus sueños. Sitios que no vuelven es el inventario social de quiénes somos, lo mismo cuando el bardo-niño hace recuento de su última Navidad, cuando nos define como “Animales de fila” o cuando lamenta los familiares idos de esa foto a la que “No volverán / No sabremos qué guardan sus risas de cartón, / sus besos escritos”, antes de terminar sentenciando: “De quienes nos quedamos es la deuda”.