Reseña

Una botella al mar, antología de Miguel Barnet, mantiene en la superficie de las aguas un mensaje impostergable. Heredero de una acendrada tradición de formas poéticas y persistente exégeta de la cultura cubana y del mundo, Barnet alimenta la savia generosa del devenir poético de la Isla y se convierte en adalid impetuoso contra la desidia y lo insustancial. A través de su mirada se escrutan los destinos del hombre, entrelazados inevitablemente con su entorno y sus resortes emocionales. Poemas de amores indóciles, de incendiados cielos, de rumor de olas, trazan curvaturas arriesgadas que caen en estruendo mudo sobre el papel. Mundos dentro de mundos, religiones que rebosan calderos de cobre y prenden luz al vuelo de los arcángeles, paisajes íntimos solo percibidos por el viajero, ausentes de los mapas de bolsillo, e historias de familia y de patrias constituyen el escenario de pasiones que se perfilan y se desdibujan con intensidad similar. Catedral de versos de exquisito tallado y perdurable esencia, que seducirá a quienes busquen en la poesía la almendra preciosa de lo inmarcesible.