Historias sin nombre
Caras sin rostro
En _Historias sin nombre_, el autor ha cometido un crimen: las historias. Sin embargo, rehúye de su responsabilidad y carga al lector con la culpa, puesto que solo él -el lector- puede dar significado a los vagos caracteres que las componen. Los personajes, carentes de nombres o de signos que los identifiquen, cobran vida únicamente cuando la persona inicia la lectura. Es, entonces, cuando los actores de las historias comienzan a adoptar las formas de quienes nos rodean o de nosotros mismos. En ocasiones, dudamos si lo que leemos son los delirios de un loco o las reflexiones de un filósofo. La vida, la muerte, la locura, son temas que se debaten en este ¿libro? desde una perspectiva libre, sin ataduras y sin rostros, pero con la fisionomía de todas las caras.