Vencí el cáncer
Dios, la ciencia y tú
Escribir una historia de sobrevivencia y lucha acerca del cáncer representa una valiosa experiencia de vida. La noticia al ser compartida por el médico, nos aturde, inmoviliza y hace tambalear hasta a las personas más valientes.
Admiro el esfuerzo realizado por Mariela Mirones quien en un acto de coraje, fe y optimismo nos comparte en esta publicación los resultados y procesos a los que se enfrentó a partir de ser diagnosticada con cáncer. un libro de esta naturaleza contribuirá sin duda a que mayor cantidad de personas se alfabeticen acerca del significado de este padecimiento.
Leer su testimonio, representó para mí volver a recordar una experiencia similar por la que atravesé hace 29 años. Me aseguraron que mi vida se reducía treinta, cuarenta días, y que la metástasis era el fin de mis días.
Recibir esta noticia a mis 38 años y con dos hijos pequeños resultó un verdadero desafío y decidí asumirlo con valentía. Hoy, a escasos meses para cumplir mis 30 años de haber superado esa terrible enfermedad, siento que nos une con Mariela, un vínculo de fraternidad y el deseo de compartir con quienes lean estas heroicas páginas, el sufrimiento, la angustia, los distintos estados emocionales por los que atraviesa un paciente y por supuesto su vínculo familiar y cotidiano.
Hoy día, la ciencia médica ha evolucionado lo suficiente para garantizarnos mejorar la atención, hacer más amigable nuestras respuestas ante el dolor y los prolongados tratamientos tanto con la quimioterapia, la radioterapia o una operación quirúrgica. Ante cada uno de las opciones la fe y las oraciones son verdaderos acompañantes, para esos momentos de dudas y debilidad que resultan normales.
Siempre existen motivos para aferrarnos a la vida: el amor a la familia, nuestra vida cotidiana, los sueños aún pendientes, los hijos, en fin... Lo importante es acudir siempre al médico y a los especialistas para recibir los tratamientos necesarios y creer como lo sigo creyendo yo, que los milagros existen, aún en pleno siglo XXI y la ciencia médica en ocasiones se equivoca. Solo Dios tiene la última palabra y ante su mirada de Misericordia, nada es imposible.
El gran compromiso tanto de las autoridades, como de nosotros mismos es aprender a desarrollar una medicina preventiva, más destinada a practicar una vida saludable y estar siempre atentos a las señales enviadas por el cuerpo, que generalmente nos avisa a través de distintos síntomas y señales. En ocasiones el frenesí de una vida agitada, nuestras complicadas agendas y compromisos diarios, nos alejan un tanto de recordar que nuestro organismo es un reto de vida. Cuidarlo, leer buena literatura acerca de los avances médicos es siempre recomendable, practicar una vida saludable es necesario y en ocasiones nos conduce a salvar nuestra vida.
Es nuestro mejor deseo que muy pronto las estadísticas de salud en materia de cáncer disminuyan, y logremos una mejor calidad de vida. Que la palabra cáncer no sea interpretada como el fin de una vida, sino como un llamado urgente de atención, una invitación a disminuir la velocidad de nuestros compromisos y priorizar nuestro cuerpo. Es el elogio a la lentitud y a la serenidad que tanta falta nos hace en este siglo XXI en el que el reloj biológico determina la marcha acelerada de nuestros pasos.
Nuestro reconocimiento para Mariela y su grupo familiar por tan importante logro. Siempre la vida es un triunfo y reto plural. Un abrazo y la vida vale por el esfuerzo que nos ha costado.
Ileana Gólcher* Panamá, diciembre de 2021.