Nuestro planeta tierra
nuestro mundo
Endecasílabo, esa es la palabra. El verso italianizante que rompió la tradición y generó las grandes formas nuevas que auparon al Barroco hasta su sitial de Siglo de Oro. Este es el verso tan complejo y gratificante que Sonia Ehlers ha buscado para comenzar su reeducación en poesía clásica ―como he dicho, una base clásica puede ser muy importante para que nuestra poesía libre brille, porque hemos logrado construir el oído y parte de la forma, ya solo falta el fondo―. De tema, uno bien sencillito, que tanto entretenía a las primeras civilizaciones: la cosmogonía, la creación del todo. El ser humano, como parte de esa creación, aparece nadando nada oscura, se seca la piel de animal salvaje y se pregunta: ¿qué hago aquí, cuál es mi función, para qué sirvo? La naturaleza ―su nacimiento, cuidado y destrucción― forma también parte de este canto.