Gris de lluvia
Esta obra desprende olor a tabaco, café americano y tierra mojada. A través de los relatos, la autora conforma distintas realidades, utilizando todos los artificios literarios bien conocidos para su mano. Ello sucede de tal manera que el registro de las voces narrativas tiene una cualidad natural. Como una anécdota que bien pudimos haber escuchado, ahí reside la efectividad de esta obra. Cualidad de toda buena literatura, aquel artificio que hace pasar a la ficción por realidad. Relato tras relato se articulan diversas experiencias en torno a lo que significa ser mujer, sobre todo, cómo su propia voz se compone, desarrolla, se pierde y reencuentra. Sin dejos de morales falsas, se muestran los mitos que componen una feminidad moderna, pero de manera ingeniosa canta a una nueva concepción. Se puede interpretar una clasificación a partir de las tres secciones del libro: mujeres insurrectas, mujeres trágicas y personajes. Las mujeres representadas por Silvia Quezada son una combinación alquímica de experiencias, investigaciones y rumores, es decir de aquello de lo que se nutre la buena literatura. Los componentes son combinados de tal manera que el estilo de la autora nos presenta un enigma en cada relato, esto acompañado de una sensibilidad poética notable. Muestra de ello es el título de la obra.