Como decía mi abuela
Una guía para el crecimiento personal, profesional y espiritual.
Resulta increíble pero cuando somos niños, jóvenes o adolescentes, pareciésemos estar un poco sordos a los mágicos y atinados consejos que nos dan nuestros abuelos o cualquier otra persona adulta a nuestro alrededor…
Poco a poco cuando nos hacemos adultos vienen a nuestra mente todas aquellas frases y consejos que de jóvenes decidimos ignorar y que ahora resultan ser como mágicas, pues entendemos que son ciertas y que poseen aplicación a diferentes circunstancias de nuestra vida, e incluso las repetimos a nuestros hijos, sobrinos o nietos, creyendo tal vez que entenderán lo que no supimos nosotros en nuestro momento comprender.
Cuando jóvenes, muchas veces nos invade la chispa de la rebeldía y el egocentrismo, transformándonos en ese tipo de persona que cree que sus propias opiniones e intereses son más importantes que las de los demás, lo cual nos hace no atender a los consejos y orientaciones que provengan otras personas y menos si proviene de adultos ajenos a nuestro núcleo familiar.
Contrario a lo que muchas veces solemos pensar, la experiencia no nace con nosotros, ni mucho menos es algo que pudiésemos comprar; simplemente se adquiere con los años y años de vida, con el convivir diario, con los errores y desaciertos superados.
Cada respiro, cada caída, cada mágico momento de nuestra vida aporta su cuota de conocimiento, que aunada a los sabios consejos que nos aportan aquellas personas que en realidad nos quieren y valoran contribuyen a hacernos personas de éxito, personas de bien y muchas veces modelos a seguir.