Algunos de nosotros, para siempre
La obra poética de Gorka Lasa sigue su curso con los años. Ascendente. Se asienta sobre pilares conquistados con oficio. Se despliega cada vez más, en la dirección del viento y en ruta hacia el horizonte. Estaba previsto, desde su primer volumen, que la acumulación de versos y engranajes alcanzarían, escalón a escalón, un lenguaje que identificaría inequívocamente al autor. En su particular creación hay siempre un primer rito: la complicidad de que miremos como él mira. Poemario a poemario, nos entrega su relación con el universo y sus dinámicos componentes, con el tiempo, lo que no cesa y lo que se pierde en la inmensidad, lo que duele y nos perturba. Traslapadas, secuenciales, las metáforas se alinean o llueven en cascadas. La imagen se multiplica sin cesar. Diestra persistencia para trasmitirnos su sentido del mundo. La palabra y su elaboración evidencian la lucha tenaz que ocurre en el nacimiento de cada poema. Sus trazos han sido sentidos y pensados en ese mortero creativo, al punto de que el decir es tan imprescindible como aquello que nos cuenta y comparte. Versificados o en prosa, sus textos poéticos construyen unidades temáticas complejas que navegan ante nuestros ojos en la lectura. No es una poesía evidente; está dotada de pulcritud y, por lo mismo, de enigmas. Algunos de nosotros, para siempre es también la memoria. Más que recuerdos, es lo que queda grabado en el sol mismo, la piedra, la profundidad, donde se esculpe la pérdida, el desconcierto, el desarraigo. La construcción del edificio poético de Gorka Lasa nos permite afirmar que estamos, sin duda, ante un autor y una poesía consolidada y representativa de las jóvenes generaciones de nuestra literatura.
Manuel Orestes Nieto
(Escritor, poeta e intelectual panameño)